lunes, 11 de julio de 2011

Paciente que emigra desde Europa

Un caso de Colitis Ulcerosa que debe emigrar de su país para recibir tratamiento alternativo
Hace algunas semanas recibí el pedido de interconsulta de un paciente con Colitis Ulcerosa desde un país europeo.
El muchacho de 13 años hacía más de un año que padecía constantes episodios de diarrea con sangre, dolor abdominal en forma casi permanente y pérdida de peso y de energía.
Fue tratado con todos los fármacos disponibles para estos casos, corticoides, 5-asa (Pentasa, Asacol, etc.), y frente al intento de los médicos tratantes de comenzar con medicación inmunosupresora (Azatioprina (Inmuran) y drogas biológicas (Remicade)), los padres deciden tomar el mando de la situación e impedir que estas drogas sean aplicadas a su hijo. En ningún momento disminuyeron sus síntomas, muy por el contrario su cuerpo manifestó violentas reacciones a la mayoría de los medicamentos.
Los padres muy preocupados y viendo la improvisación de los médicos vieron que lo único que funcionó fue la supresión de la ingesta de alimentos sólidos.
En determinado momento el equipo médico viendo que no había buena respuesta a ninguna de las estrategias medicamentosas y ante el deterioro nutricional del paciente decidió suministrar alimentación parenteral total (APT). Esta alimentación implica colocar un catéter en una vena para pasarle una solución de nutrientes compuesta por proteínas, grasas, hidratos de carbono y otros componentes esenciales. Esto condujo al “reposo intestinal” mediante el cual nuestro sufrido muchacho pudo comenzar a mejorar sus síntomas por primera vez en un año de infructuosos tratamientos.
Mientras tanto los padres buscaron febrilmente toda la información disponible en internet hasta que encontraron al grupo norteamericano con el que trabajo y decidieron consultarme. Mi recomendación fue la de comenzar de inmediato la alimentación líquida por boca con suplementos similares a los que estaba recibiendo por APT, cosa que los médicos locales no aceptaron sino que comenzaron a darle comida sólida con el argumento de “probar tolerancia” intestinal.
La consecuencia fue que ante los primeros bocados retornaron los síntomas anteriores. Por ello y ante la imposibilidad de hacer que los médicos aceptasen un tratamiento de dieta líquida más prolongada es que decidieron abandonar su país de origen y viajar a Buenos Aires para poder decidir libremente que tratamiento darle a su hijo.
Es así que ya en Argentina pudimos comenzar con el tratamiento intensivo de reposo intestinal mediante suplementos dietarios y vitaminas y minerales por boca. Actualmente el  niño se encuentra en plena fase de recuperación, ha cesado el sangrado y lentamente va recuperando su energía y su peso. Persiste la diarrea producto de la dieta líquida, una situación totalmente esperable con este tipo de terapéutica.
Se trata de un caso excepcional donde los padres se vieron obligados a abandonar su país frente a la intransigencia de los médicos tratantes de permitirle hacer un tratamiento alternativo al que la mayoría de los centros médicos usan con poco éxito. La evidencia que los tratamientos alternativos a los farmacológicos tienen igual o mejor eficacia crece día a día.