jueves, 8 de diciembre de 2011

Enfermedad Inflamatoria de Intestinos Crohn y Colitis Ulcerosa ¿existe alguna relación entre ellas y la comida?

Si consultamos los grandes libros referidos específicamente a enfermedades inflamatorias de intestino (EII), una subespecialidad de la gastroenterología, nos encontramos que en la mayoría de ellos hay un capítulo referido a “Nutrición y EII”. Mi reacción habitual es comenzar a leer estos libros por ese capítulo, dado que en mi experiencia práctica de los últimos años encuentro cada vez más relación entre los nutrientes y las enfermedades.  Pero debo confesar que una y otra vez me frustro pues no  encuentro referencia alguna al posible origen o al mantenimiento del estado inflamatorio provocado por los alimentos. Los autores de estos libros simplemente niegan que exista tal conexión.
Recientemente caí en la cuenta que para la gastroenterología hay muy pocas enfermedades que puedan explicarse a través de los alimentos, clásicamente las “alergias alimenticias”, recientemente, la enfermedad celíaca y aún más recientemente la “sensibilidad al gluten” entidad pobremente definida hasta el día de hoy. Y no mucho más. Pero sería válido preguntarnos si la ingesta de alimentos no tiene influencia en muchas otras situaciones clínicas, yo he visto pacientes con psoriasis (enfermedad en la piel), artritis, asma, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, colangitis esclerosante primaria, etc. que tienen significativos cambios en los síntomas y la evolución de la enfermedad gracias a modificaciones en la dieta. Será pura casualidad?
La pregunta es ¿porqué la medicina tradicional, la de los libros de texto, no acepta que existe la posibilidad que la comida que consume el paciente tenga algún efecto sobre la enfermedad que padece?
Hasta 1950 se careció de una clara identificación del gluten como agente de producción de la enfermedad celíaca, luego de entender que esta tenía estrecha relación con la ingesta de trigo, cebada y centeno, se fue lentamente ampliando el efecto de ese gluten hacia otras enfermedades  -autismo, esquizofrenia, etc. Hoy en día se supone con mucho fundamento que estamos frente a agentes alimenticios capaces de provocar numerosos "otros" problemas en el cuerpo humano.
Por estas razones es que tiendo a tratar los casos de EII desde el inicio con una dieta muy restringida que carezca totalmente de “cereales  e hidratos de carbono complejos” con lo que habitualmente logro eliminar el sangrado, los dolores, los gases y el olor putrefacto de la materia fecal.
Luego de un proceso de recomposición de la flora bacteriana mediante alimentos que puedan actuar como precursores de “las buenas” bacterias junto con algunas otras substancias naturales logro estabilizar el cuadro inflamatorio. De allí en más el esfuerzo se centra en identificar los alimentos que tengan la potencialidad de provocar síntomas. Es como si el paciente fuese un niño recién nacido al que se le suministraran alimentos de a uno, probando tolerancia y acostumbrando al cuerpo a estas nuevas substancias. El mayor éxito terapéutico es identificar con claridad cuál es el alimento o el grupo de alimentos capaz de provocar síntomas. En general no hay dos casos (personas) iguales, todos somos distintos, tenemos diferentes respuestas y sensibilidades, por lo tanto este es un trabajo individual, laborioso y destinado a encontrar una solución para ese paciente, que puede no servir para los otros. A diferencia de la medicina que usa medicamentos el objetivo no es “probar” con distintas drogas hasta conseguir “anular” los síntomas, rogando que los efectos secundarios de esa droga no sean peores que los efectos beneficiosos y que los síntomas “tapados” no aparezcan por otro sitio.
En definitiva, los alimentos nos pueden alimentar, enfermar, curar, alegrar o deprimir. La cuestión es encontrar como nos resulta cada uno de ellos a cada uno de nosotros.

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